VITALIDAD ESCÉNICA
Natalia Sedano
Natalia Sedano
El Colectivo Escénico el Arce, me invitó a hacer una reflexión sobre mi proceso creativo y de cómo dotar de vida un espacio escénico, cosa que me llevó a hacer una retrospectiva en mi corta experiencia como diseñadora escénica; durante mi estancia en la ENAT fui de las alumnas que no asistían con regularidad a sus clases por estar ayudando/trabajando en montajes fuera de la escuela, decisión que me llevó a reprobar por faltas pero que me abrió un amplio panorama sobre el quehacer de un diseñador escénico, ya que tuve la oportunidad de relacionarme con grandes directores de teatro como Martín Acosta, de Martín aprendí la importancia de los ensayos, del trabajo de mesa, las primeras lecturas con los actores y los ensayos, hoy en día para mí esto se vuelve punto clave a la hora de diseñar, estar pegada al director, discutiendo, dialogando, observando y escuchando; descubrí que para trabajar de manera eficaz con los directores, un escenógrafo debe pensar como director, más que obligar al director a pensar como un diseñador, prefiero concentrarme en la obra y en la gente que participa en ella y dejar que el diseño surja de la vida de la obra, los actores hacen de la palabra personas vivientes que participan en sucesos humanos mientras que los diseñadores transformamos las palabras en imágenes, una metáfora visual, para crear una geografía de la escena.
Me gusta diseñar pensando en mis colaboradores y en los resultados de las exploraciones en los ensayos, primeras lecturas, etc. en este momento de mi vida no podría ser una diseñadora que piensa a partir de un texto y nada más, en el teatro nada es absoluto hasta que se da tercera llamada, y aún así podemos hacer cambios sobre la temporada, todo está en constante cambio, no me gusta casarme con ideas, me gusta desechar y escuchar, el teatro para mí es desapego, desapego de mis ideas para confiar en todo mi equipo creativo, porque el teatro es un acto de comunión y nunca de autoritarismo.
Dotar de vida un espacio escénico depende de muchos factores y hay muchas personas alrededor de éste hecho. Lo primero es habitar la caja negra o escenario, pues no es hasta que éste lugar arquitectónico está ocupado, transitado, dotado de significado por los actores que entre luces y sombras, con un vestuario, se mueven o se quedan estáticos, hablan o callan, contamos una historia al espectador. La escenografía es movimiento gracias a la luz, está determinado por la elección de materiales con los que está construída, la disposición espacial que ocupa esa silla, los ángulos y distancias entre cada luminaria, qué es lo que la contiene, la escenografía es la columna vertebral de la obra, la escenografía es dirección, mientras que la iluminación es imagen, es invisible hasta que le pega a algo, ese algo rebota y llega al ojo, así que mientras la luz no sea reflejada por la escenografía o los actores, no existe, no es sino hasta que la luz junto con la escenografía, los actores en escena, la música, texto, dirección, que se generan imágenes dramáticas, porque toda imagen está generada por contrastes, claroscuros, dirección, intensidad de luz y todo esto surge de objetos, profundidades, actores en escena y una luz determinada, en el caso del teatro.
Recuerdo que para Casa Calabaza de Maye Moreno, dirigida por Isael Almanza, empecé a trabajar con el director por lo menos ocho meses antes del estreno y él ya tenía un buen rato trabajando con los actores y el dramaturgista. Durante las primeras reuniones hablamos de todos los tratamientos que llevaba el texto y de hallazgos que él iba teniendo con los actores, él estaba haciendo una obra a partir de sus actores y de todo su equipo creativo, en mi corta experiencia Isael es el director con el que mejor me he entendido, discutimos mucho las obras, Isael es un clavado que todo cuestiona y todo investiga, cuando trabajamos juntos todo tiene un peso en el escenario, siempre hablamos de que la sencillez es hermosa, pero es mucho más hermosa cuando se le examina en sus menores detalles, así que eso fue lo que hicimos con Casa Calabaza, extraer los más mínimos detalles, pasamos largas horas hablando de la escenografía, iluminación y vestuario, desechamos muchas ideas, discutíamos saliendo de ensayos y siempre me preguntaba qué pensaba del ensayo, con él me siento en completa libertad de decirle que la pieza musical que usa para martillar la calabaza la detesto y él contesta: ‘lo sé, pero es una petición del actor, al espectador no le molesta, funciona y nosotros trabajamos en horizontalidad’, para ésta obra desechamos una cantidad ridícula de ideas, bocetos y renders, creíamos que algo funcionaba en el trabajo de mesa pero al ver lo que pasaba en el ensayo terminábamos desechando el trabajo anterior, yo creo que Casa Calabaza no se terminó de diseñar hasta la tercera llamada, hasta adecuarnos a ese espacio, porque como no teníamos lugar de ensayos, ensayábamos en un cuarto ubicado en un segundo piso que para nada cumplía con la arquitectura de Carretera 45, nos ayudó tener el levantamiento digital de toda la casa de Carretera 45, porque ese fue uno de los hallazgos que obtuvimos, queríamos habitar toda la casa de Carretera 45 de alguna manera, eso hicimos, pero nunca es lo mismo una maqueta a la realidad, así que en nuestro día de montaje también nos dimos el lujo de desechar cosas pero encontramos otras que parecían accidentes pero en escena funcionaban perfectamente, con éste proyecto reafirme que un escenógrafo es un director, siempre y cuando esté desde el principio en el proceso creativo y que no hay mejor manera que tener una relación de mucha confianza y diálogo con el director de escena para dotar de vida un espacio escénico.